Lapola 2009

Hoy os quería hablar de un vino bastante diferente en cuanto a lo que estamos acostumbrados a tomar. Se trata del Lapola, de la bodega Dominio do Bibei. Lo primero decir que este vino tiene una D.O. de la Ribera Sacra. En Galicia. Tiene una gran mezcla de uvas; 60% de godello y el otro 40% es un mix de albariño, torrontés, treixadura y loureira en diferentes proporciones. Más datos. Ha pasado una crianza de 10 meses en barrica de roble francés (ojo al dato número 1). Y por último, no ha realizado fermentación maloláctica (ojo al dato número 2).

¿Y qué es la fermentación maloláctica? Bueno pues a ver si consigo explicarlo.

Las frutas tienen varios tipos de bacterias, pero las que nos interesan de la uva concretamente son las bacretias de origen láctico (ácido málico) y las levaduras. Las levaduras son las que al fermentar generan el alcohol. Y el ácido málico se transforma en ácido láctico al fermentar.

En resúmen, la fermentación maloláctica es el cómo se convierte el ácido málico en ácido láctico.

¿Por qué es interesante que exista la fermentación maloláctica?

La fermentación maloláctica es buena por diversas razones. Lo primero y más importante es que reduce el pH del vino, con lo que lo convierte en menos ácido. Esto es muy importante en variedades de uva muy ácidas cultivadas en tierras ácidas (principalmente del norte de España). Hace que se mantengan bien durante el proceso de añejamiento en barrica, como si dijéramos, ligando el vino; dándole untuosidad y esos toques lácteos que oímos en las catas de vino a veces (sabe a yogur, a queso, a mantequilla,…). En las zonas de calor este proceso no se hace porque la tierra no es tan ácida ni tan húmeda.

A veces se incluyen bacterias para forzar este proceso y reducir la acidez del vino. Esto se hace mucho en las uvas Chardonnay . Esto también es un proceso muy controlado y estudiado en la elaboración del Champagne, ya que las uvas son muy ácidas y si le sumas la maceración carbónica hace que aumente mucho el sabor del vino.

Bueno pues dicho todo esto, nos encontramos ante un vino de color amarillo oscuro, tirando a oro. Con un olor diferente. Con notas de la crianza en barrica.

Al probarlo lo primero que me llamó la atención fue que es un vino más seco de lo que me esperaba. Casi como un jerez o un amontillado. Después me di cuenta de lo ácido que resultaba, que al mezclarlo con la crianza del roble le da un sabor bastante peculiar y poco definido.

He de decir que este vino estaba muy recomendado pero no me ha encantado la verdad. Me ha parecido un experimento raro y diferente pero que no se acerca a lo que me esperaba. Al no quitarle la acidez que le dan las uvas y las tierras gallegas, parece más un fino andaluz que un vino gallego.

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