La casa por la ventana (III)

Como íbamos a hablar de vinos con burbujas y no hablar del Champagne. Habría sido un delito. Y a demás no de uno cualquiera, de uno de mis favoritos. Que sí. Que se habrá vuelto comercial. Pero me da igual. Lo que pasa es que han sabido adaptarse a los tiempos que corren y venden un montón. No podría ser otra que la Veuve Clicquot Ponsardin.

Un poco de historia primero.
Nicole Barbe Ponsardin nació en 1777, pocos años después de la fundación, en 1772, de la casa Clicquot en la Champagne por su suegro. Conocida al fin de sus días como la Gran Dame de la Champagne.
A los cinco años de casarse, enviudó a causa de la fiebre amarilla y consiguió hacerse con las riendas de la bodega porque su suegro quería cerrarla. Como podréis comprender a una mujer así la tomaron por, cuanto menos, loca de remate. ¡Una mujer llevando un negocio!
Bueno pues lo primero que hizo la Viuda fue comprar unos viñedos próximos a los suyos que todavía en la actualidad están calificados como 100% de calidad (Viuda 1 – champaneros 0)

Otro de sus grandes logros fue iniciar la exportación de los vinos de la Champagne. La cosa fue así: a causa del bloqueo inglés se habían agotado las existencias de champagne en toda Rusia; cuando el bloqueo fue levantado el viajante de la viuda llegó a la tierra de los zares con un barco cargado de Champagne, justo en el momento en el que el Zar celebraba el nacimiento de un hijo, el cual fue festejado con Veuve Clicquot. Posteriormente, la exportación de la Veuve Clicquot se extendió a todos los mercados. (Viuda 2 – champaneros 0)

Quince años más tarde hizo poner etiquetas en las botellas. El champagne antes no llevaba etiquetas, fue un invento de ella (Viuda 3 – champaneros 0)

Vender en esa época era muy difícil. El viajante de Veuve Clicquot se dio cuenta de que todas las casas de San Petersburgo eran amarillas. Por eso pidió que hicieran las etiquetas amarillas para honrarlos, incrementando notablemente las ventas. Hoy la etiqueta amarilla es una de las más distintivas en los escaparates del mundo. (Viuda 4 – champaneros 0)

Madame Clicquot no sólo compró los mejores viñedos y comenzó con la exportación, sino que también mejoró el método Champenoise. Antes de su época el champagne era turbio; así se servía. Madame Clicquot, molesta por ese aspecto que le daban los sedimentos, comenzó a experimentar hasta que descubrió que poniendo las botellas en pupitres, inclinadas e invertidas, girándolas 1/8 de vuelta cada día, se lograba acumular el sedimento en el gollete y luego era posible extraerlo al cambiar el corcho. Los pupitres y el movimiento giratorio con las botellas inclinadas también es invento de Madame Clicquot. Una vez extraído el corcho se procede al dosaje. Hasta ese momento todos los champagnes son secos. El agregado del licor de expedición sirve para reponer el líquido que se pierde al cambiar el corcho y además agregar una cantidad de azúcar para darle el dulzor que corresponda. El champagne Brut lleva unos 15 gramos de azúcar por litro y el Demi-sec unos 40 gramos. Originalmente todos los champagnes era Demi-sec, el Brut apareció a fines del siglo pasado por influencia de los ingleses, que fueron siempre grandes consumidores y querían tomar champagne con las comidas. (Viuda 12 – campaneros 0… O sea como el España-Malta).

Leído lo leído, nos enfrentamos a un vino con mucha historia. Así que por favor, respeto. ¿Y qué decir? Pues que está buenísimo. Que toda esa tradición hace que año tras año no cambie el sabor. De hecho el porcentaje de uva varía año tras año para conseguir el sabor de la marca. Haciendo pequeños ajustes entre las uvas. Así, la cantidad de Pinot Noir se mueve entre un 50-55%, la Pinor Meunier entre un 15-20% y por último entre un 28-33% de Chardonnay. Luego según citan ellos en su página web, tienen entre un 25 y un 40% de vino de reserva que usan para mantener el sabor de la casa. Da como resultado un vino suave, afrutado, con sabor a vainilla, fácil de digerir y con un final intenso y muy armonioso. Ideal para cualquier celebración.

No dejéis de probarlo si no lo habéis hecho ya y descubriréis algo especial.

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Cava Freixenet Elyssia Gran Cuvée

Esta semana la tenemos muy burbujeante. Se acercan las Navidades y hay que dar algunas pistas de lo que queremos encontrarnos a nuestro alrededor, ¿No creéis?

El vino que hoy nos ocupa es un Cava catalán de la bodega Freixenet. Concretamente del Elyssia Gran Cuvée. Un nombre muy francés para un producto tan catalán os estaréis preguntando. Pues sí, eso me llamó la atención. Pero no fue lo único. La forma de la botella es marcadamente francesa. Es tan característica de la bodega Ruinart que canta a la legua por donde querían enfocar los tiros (recordemos que Dom Ruinart fue el artífice del Champagne francés, lee el post del otro día aquí). Lo tercero es su sabor, pero de eso hablaremos en un momento.

He de reconocer que soy un defensor del Champagne francés a ultranza y que, perdónenme si se me ofenden, me parece mejor que el Cava catalán en cuanto al producto (olor, sabor,… el vino en sí). Si bien es cierto que una botella del francés no la encuentras por menos de 25 euros (uno decente), un buen cava catalán lo encuentras por 10 (el de los medio-buenos). El principal problema que le veo al Cava que no tiene el Champagne es la acidez autóctona de la tierra. Pues he de decir que el cava que hoy nos ocupa me ha sorprendido y para bien.

El vino es una mezcla de uvas Chardonnay, Macabeo, Parellada y Pinot Noir. Así como la uva Chardonnay de la que hemos hablado alguna vez es una uva dulce y sabrosa, combina a la perfección con la Pinot Noir para hacer vinos espumosos. Por supuesto que como buen catalán debe de contener algo del Penedés en forma de Macabeo y Parellada. Al fin y al cabo tendrán que firmar con la señera ¿No?

De un olor agradable, lo que más sorprende es su sabor. Muy afrancesado al principio, muy suave al gusto, muy largo… muy catalán al final. ¡Ahí esta! Ese toque ácido del Cava al final. Sin duda han logrado un producto muy internacional sin perder el sabor propio que les caracteriza. Es un buen ejercicio de sorpresa franco-catalana.

En resúmen, un nombre francés, una botella francesa, un sabor francés para un catalán. Casi cierro los ojos y me lo creo.

Me ha gustado mucho y será una opción muy seria estas Navidades. Sobre todo porque cuesta en torno a los 13-14 euros y la botella más barata de Möet o similar 28-30.

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La casa por la ventana (I)

Si ayer hablábamos de champagne, hoy hay que probar uno. Y que mejor para inaugurar una nueva sección que se llama “La casa por la ventana”. Si en nuestra sección “Nunca falla” buscamos vinos baratos, que sean fáciles de beber y que no requieran preparación, esta sección busca exactamente lo contrario. Que cuesten más de 30 euros, que requieran preparación y que exijan un paladar un poco más entrenado.

Y que mejor que un Señor Champagne (en Mayúsculas) para comenzar. Se trata del Laurent-Perrier (en francés suena tan bonito y tan pijo que me pone). En la foto de su etiqueta trasera veréis que, como debe de ser, se elabora en las zonas que ayer mencionábamos como parte de la D.O.

Lo primero es la preparación. El champagne debe de servirse entre los 6 y 10 grados. Esto se consigue de dos maneras. La primera es en el frigorífico por unas 3 horas. La segunda es en una champanera con agua y hielo por unos 30-45 minutos. NUNCA se debe tener la botella de champagne en la nevera durante varias semanas o meterla en el congelador. ¡Caca! Se mata el vino y se estropea la fermentación y la burbuja.

Lo segundo es la copa. Debe ser una copa alargada y estrecha. De las llamadas flauta. Eso es para que, como decíamos en el post anterior, se vea la cantidad y la calidad de la burbuja. Las mejores copas para disfrutar el champagne son unas que parecen una trompeta que están abiertas hasta el final del pié. El inconveniente es que al coger la copa se puede calentar el vino con lo que hay que servir poco.

La botella hay que abrirla con suavidad. Se quita el precinto metálico sujetando con la otra mano por si sale disparado el tampón. Nada de agitar y disparar el corcho. Eso lo dejamos para los nuevos ricos que van a Ibiza a desfasar en verano. Nosotros somos gentelmans. Después, servir como vimos ayer. Con cierta inclinación y despacio. Nunca debe tocar la botella la copa. Eso es una regla fundamental a la hora de servir cualquier vino.

Como veis, disfrutar de un champagne de verdad requiere su tiempo y su buen hacer.

El Laurent-Perrier es un champan excelente. Está un escalón por encima de Möet&Chandon y de la Veuve Clicquot. A la par que el Tattinger. Tiene un color precioso. Un olor a uva muy reconfortante y un sabor que no es nada ácido. Es suave y burbujeante. Es refrescante y complejo. Es una pasada.

Si tenéis que regalar una botella, esta es una de mis marcas favoritas. Y lo bueno es que siempre se disfruta. Por último decir que la botella está en torno a los 35 euros.

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Arroz y vino, buena combinación en St. James.

Los restaurantes St. James tienen una larga tradición como buenos arroceros en Madrid. Tienen una variedad muy extensa de arroces secos, melosos y caldosos. Han recibido infinidad de premios por su buen hacer y por su calidad. También tienen un servicio excelente de gente profesional que hace que el restaurante siga teniendo sus mesas llenas.

Siempre suelen tener un buen repertorio de marisco o gambas, langostinos, carabineros y demás para comenzar y una buena selección de pescados frescos para hornear. Son una muy recomendable opción si quieres ir a comer otra cosa que no sea arroz. Pero lo que nos ocupa es su arroz y hay que destacarlo. Ir a comer este plato a St James es acertar seguro. Su arroz a banda es de lo mejor de Madrid sin duda. Me encanta comer arroces por ahí y este es muy bueno.

Una pregunta que siempre me viene a la cabeza es por qué te cobran esas salvajadas por comer un plato de arroz. Seamos honestos, St James es caro de narices. Pero se come 10. Pero no se por qué te pueden cobrar ese dineral por un plato de arroz, que es una de las comidas más humildes que existe en este mundo. Que alimenta a prácticamente toda Asia y parte de África. Entiendo que para hacer un buen caldo hace falta buen material pero… A demás no es algo sólo de St. James, es algo común a la gran mayoría de las arrocerías de la Capital. Tomé unas gambas rojas a la plancha que estaban que casi me desmayo de lo buenas que eran. Una pasada. Y de segundo un arroz de la huerta con verduras. Bastante bueno si no te apetece tomar el típico de marisco. Tiene una terraza muy agradable.

Y bebí un vino blanco que me recomendó el Maître que he de reconocer que fue una elección excelente. Se trata del Absum, de la Bodega Irius. Me reivindico en mi opinión en que toda la D.O. Somontano en general está subiendo el listón al resto y que le está poniendo las cosas complicadas tanto a Rioja como Ribera (¡Ole por Somontano!). Este vino es una mezcla muy bien pensada de 60% de Chardonnay, 25% de Gewürztraminer y 15% de Pinot Noir (Perfect!). Tiene 3 meses de barrica de roble; acierto rotundo. Todo ello le da al vino un color oro muy bonito. La mezcla de uvas le da un olor muy sugerente con un sabor dulce de la Chardonnay y una sequedad y unos matices propios de las otras dos. Se te queda un buen sabor después de haberlo tragado que sabe a flores y a campo.

No creo que sea un vino fácil de encontrar más que en sitios especializados, pero merece la pena porque hay que salir del Rueda-Verdejo. Y este es una muy buena puerta.

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Anna brut rosé

Los cavas españoles tienen cierta fama a nivel mundial. Las dos principales casas con mayor exportación al extranjero son Freixenet y Codorníu. Sobre un producto de la segunda quería yo hablar hoy.

El producto Anna de Codorníu blanco es un cava bastante bueno y a buen precio. Normalmente se mueve entorno a los 7-8 euros la botella. Yo si tengo que comprar un cava para alguna ocasión especial siempre compro ese. Ahora bien, ha salido relativamente hace poco al mercado su versión rosada. Movido por la especie de ola que ha sufrido el champán francés, ha creado “su versión” del producto.

Con tal propósito ha creado un vino espumoso bastante bien conjugado porque no es tan ácido como la versión blanca ni tampoco dulzón como para empalagar. Usando principalmente la uva Pinot Noir al 70% mezclado con un 30% de Chardonnay, hace que el vino tenga un buen color rosado, la proporción justa de dulzura y el sabor de la uva Pinot que a mi personalmente me gusta bastante.

De manera que si tenéis alguna celebración, algún aniversario o simplemente os apetece disfrutar de un vino espumoso, probad esta variedad ya que servido bien frío, como se tiene que servir un cava, es un espectáculo.

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