Huevos fritos, patatas a lo pobre, picadillo de chorizo… ¡Muerte por gorditismo!

Si algo he aprendido en mis múltiples viajes por el mundo en general es que la cocina española es la leche. No he conocido cultura con comidas tan tradicionalmente humildes que hayan perdurado en la historia prácticamente intactas hasta hoy en día como la en cocina española. Si el otro día hablábamos de las sopas de ajo (pincha aquí para volverla a leer), la de hoy es una de esas que (nunca me he explicado por qué) en otras culturas no la hacen ni la disfrutan como nosotros: ¡LOS HUEVOS FRITOS!

El cuadro que hoy os he puesto para ilustrar el post es ni más ni menos que La vieja friendo huevos de Velázquez. Un cuadro pintado en su juventud en el año 1618. Una pintura que refleja las costumbres del pueblo español en el siglo XVII: ¡LOS HUEVOS FRITOS! Desde aquí reivindico la figura del huevo como parte indispensable de nuestra cocina, nuestra tradición, nuestra alimentación y nuestro carácter español. Lo que nos gusta tocarnos los huevos, echarle huevos, espetar a alguien ¡Chúpame un huevo! O la gran frase mítica de todas las madres de España: ¿Te has quedado con hambre? ¿Te frío un huevo? Esta frase ha alimentado a generaciones.

La materia prima de nuestro plato
Ya os he hablado alguna vez de los productos ecológicos y del timo que son. El otro día al hacer la compra me regalaron 6 huevos ecológicos que costaban ¡1.5 euros! ¡6 huevos! Como diría uno que yo se me ¡Manda huevos! (Para los que no han hecho la compra en su vida, una docena de huevos viene a costar 2 euros. Para los de letras, 1.5 euros por media docena de huevos es 150% de su valor original, o sea un 50% más caro del precio estándar de mercado). A mi me gustan los huevos XL pero si tenéis oportunidad de haceros con unos huevos de corral, adelante.
Lo segundo de nuestro plato, las patatas. Señores, no es normal que las patatas se pudran una o dos semanas después de comprarlas. No es normal. Esas patatas que nos venden son una porquería. Son preciosas, regulares, con formas ovaladas y la piel limpita. Lectores del blog de los pueblos de España, desde aquí os pregunto para que pongáis un comentario en el post ¿Cuánto os duran las patatas? Más de alguno os dirá que más de un año. Después de esta chapa, os diré que a mi me gustan todas las patatas, las que son más amarillas, las que son más blancas o las pequeñitas de Canarias. Tienen nombres tan chulos como Patata Gallega, Patata Espunta, Monalisa,…
Y por último el picadillo. Fijaos si es importante que tiene hasta artículo en Wikipedia (pincha aquí). Esto es el relleno del chorizo que se deja sin embuchar y era muy típico comerlo en las épocas de matanza. Hoy en día evidentemente lo encuentras en las carnicerías con facilidad.

La elaboración
Lo primero que vamos a hacer es pelar las patatas, cortarlas en rodajas finas y ponerlas a freír. Si tenéis un rallador de esos que tienen cuchilla para hacer rodajitas pues fenomenal, sino a cuchillo. ¡A la sartén!


Por otro lado ponemos el picadillo. Pon una sartén al fuego sin nada de aceite, pones el picadillo tal cual y lo pones a fuego bajo. Que se vaya haciendo poco a poco. Lo deshaces con una cuchara de palo conforme se vaya haciendo para que se suelte y poco más. Recuerda, fuego bajo, poco a poco y no tiene más misterio.


Mientras las patatas se están friendo, coge un mortero y le metes varios ajos. Bastantes, como 6 u 8 por lo menos. Los pelas, los machacas bien y le añades un buen chorretón de vinagre. Reservar


Por otro lado, cuando las patatas estén doradas, las sacas a un plato, sin escurrirlas demasiado, que nos interesa que conserven el aceite. Quitas el resto del aceite de la sartén y las vuelves a meter cuando esté bien caliente. Pones las patatas con el aceite que han sudado. Una vez hecho esto, le pones todo el majadito del vinagre con el ajo. Un poco de sal y lo mezclas todo bien. Que se rompa la patata, que tienen que quedar como apelotonadas. Comentar una cosa importante. Pocos acompañamientos van mejor al cordero asado que estas patatas. Apuntadlo bien grande.


Por último el huevo frito. Y esa expresión tan española de no sabe ni freír un huevo. Pues es cierto, hay gente que no se mete en la cocina ni para eso. Un inciso aquí, he oído gente que hace maravillas con el huevo. Que si separo la clara y la hago primero, luego le pongo la yema pero solo unos segundos y luego lo liofilizo todo con nitrógeno… No se me vuelvan locos señores, los huevos se fríen en aceite y punto.
Para freír un huevo con puntilla como Dios manda hay que seguir varios pasos muy sencillos. El primero poner aceite a calentar. Abundante, como de dedo y medio, dos dedos de grosor. Lo ponéis a calentar pero que tampoco esté hirviendo que hecha un humo que hay que llamar a los bomberos. Caliente. Lo segundo, hay mucha gente que le tiene miedo al aceite y demás, bueno pues apuntad un truco que es cascar el huevo en una taza, le quitáis las cáscaras si os ha caído algún trocito y lo echáis en medio de la sartén. Bien, para que salga el huevo con puntilla, hay que contar de 5 a 7 misisipis (un misisipi, dos misisipis, tres misisipis,…). Después con la misma espátula o una cuchara le vais poniendo un poco de aceite por encima de la yema al huevo para que se haga. Y ya está. No debería de estar más de 30 segundos o así.

Bueno pues habéis visto que comida tan sencilla ¿Verdad? Ahora sólo queda disfrutar. Comprad abundante pan y acompañadlo de un vino joven de la Ribera del Duero, de Toro, de León o un crianza de La Rioja. Seguro que no dejáis indiferente a nadie.

Ah y de postre un paseito que sino corréis peligro de muerte. Ahí queda eso. Que disfrutéis el fin de semana.

11 comentarios el “Huevos fritos, patatas a lo pobre, picadillo de chorizo… ¡Muerte por gorditismo!

  1. Anita dice:

    Impresionante!!!! Me encanta esta receta, ya estoy oliendo y saboreando esos huevos con patatas y carne…
    Estoy pensando en la matanza de este año y en las chichas (así se llaman en Salamanca) que voy a reservar para preparar esta suculenta receta!! 🙂

  2. TQMCLTAT dice:

    Llegados a este punto de tu blog, creo que me gustan más las recetas que los vinos. Ésta es una estupenda comida para cualquier momento, ¿quién no tiene en su casa huevos y patatas siempre? Que viene alguien de improviso a cenar, pues frìes huevos y patatas y ya está la cena , que no has sacado la comida del cogelador? pues eso huevos con patatas, que se te estropea la cena de Nochebuena? pues solucionado! Lo dicho, esto es de lo mejor y si le pones unos pimientos verdes en vez del picadillo… de rechupete!!!!
    Mañana voy a comer huevos fritos con patatas a lo pobre y lo que caiga.
    P.D. La mayoría de la gente, le pone perejil a esto, a mí como no me gusta no le pongo pero lo suyo es eso.

  3. Gedeón dice:

    Ostras, los huevos fritos, qué recuerdos…… A mi padre le gustaban con pan frito, y si además había por ahí un par de lonchas de jamón serrano de Rodrigo ni te cuento…. Con respecto al tema de la Navidad, yo sé de una Nochebuena que fueron la estrella, y además mola, porque es una de las más recordadas de la historia….

  4. Fierabras dice:

    Buen post. Buen post.
    Unos comentarios para no quedarme sin abrir la mui:
    1.- Como dice TQM, las patatas a lo pobre con las chichas puede ser demasiado si es que has superado los 12 años de edad. Quizás no sea el caso, pero muuuuucho mejor con pimientos fritos
    2.- Para hacer las chichas, es conveniente poner un poquito de agua en la sartén. Nada, dos cucharadas. El resto es como dice el post. Fuego suave y remover. Quedan más hidratadas y aromáticas
    3.- Para hacer las patatas a lo pobre, es conveniente echar la sal en el mortero. Antes de los ajos. Con esto conseguimos que se agarre a los dientes de ajo y que cuando lo machemos no tengamos que ir a recogerlos a la otra punta de la cocina. Otra vez de acuerdo con TQM en que hay que poner perejil en el machado. Comprendo que a los loros peperos esto les produce aborrecimiento, pero es lo que hay
    4.- En cuanto al tema de los huevos hay un antes y un después de visitar una nave de ponedoras. Posiblemente en otro post puedes abordar lo que significa, en hard y en soft, el primer dígito de la clave que va impresa en la yema de un huevo. Desde luego, pagar 0,5€ por un huevo no es relevante en esta receta ni en ninguna. Suelen ser el ingrediente barato

  5. Fierabras dice:

    Tomo prestada a continuación una disgresión de Daniel Stack, desconocido bloguero chileno para alabar el idioma común. Existen otros más cercanos, pero este, por estar referido a nuestros amigos argentinos, lo hace más interesante y novedoso:

    «La singular potencia del concepto huevo en el contexto rioplatense suma, a la lengua madre, un número mayor de acepciones a un simple vocablo que en general designa al cigoto desarrollado del ave en plural o singular: Los huevos o el huevo.

    Si el vocablo “huevo” se acompaña por el artículo indeterminado “un”, que puede significar “uno”, el término adquiere el significado de costoso: “Me costó un huevo”.

    Paradójicamente, la carencia del par puede, significar también cobardía, esto queda muy claro cuando se utiliza así: “¿Te faltan huevos?”.

    En lo que a coraje se refiere, cuando alguien menciona “A puro huevo”, lo hace en torno a la idea de “fuerza de voluntad”, siendo así, “huevos”, un comodín lingüístico de probada validez.

    Dijimos ya que antecedido por la preposición “con” indica valor: “era un tipo con huevos” y apunta a la cobardía o timidez cuando es precedido por la preposición privativa “sin”: “Un tipo sin huevos suficientes para decir la verdad”.

    Siguiendo por el camino de la cantidad, puede conjugarse con el verbo chupar, verbo sinónimo de succionar, en una expresión de desprecio o desinterés: “Los políticos no hacen nada porque a ellos, todos nosotros, le chupamos un huevo”… Esto es que nuestros sufrimientos no le mueven un pelo”. En un ámbito personal quiere demostrar indiferencia: “Lo que hagás, me chupa huevo, me chupa” como diciendo “hacé lo que te plazca”.

    Esta misma expresión en español, en el original, tiene una variante: “Me importa tres cojones”. Como “cojones” y “huevos” representan la misma cuestión, vemos que en la expresión ibérica se aumenta el número de unidades (como si en estas latitudes dijéramos: “me importa tres huevos”) para exagerar el sentimiento de desvalorización del tema de conversación.

    Las relaciones entre el concepto tratado y las matemáticas evolucionan con el tiempo. De la contabilidad se desprenden enunciados como el que sigue:

    “Me costó un huevo y la mitad del otro”. Si “un huevo” es caro, “uno y la mitad del otro” es un disparate. Así mismo, hay un claro razonamiento lógico-matemático en la afirmación enunciada que implica un soporte previo de conocimiento de fracciones: 1, 5 huevos.

    De todas formas es también indisociable, esta misma oración, de un contenido socioeconómico, donde la carestía de las cosas se plasma en la privación de la potencialidad del placer, de la virilidad y la reproducción humana.

    La acepción varía entonces de acuerdo al verbo que acompaña a la palabra “huevos” como lo vemos en la expresión que indica valentía: “Hay que tener huevos”. En algunos casos se trata de una sugerencia a participar en determinadas decisiones: “A ver si te ponés los huevos y le decías a fulano que…”

    La relación entre cantidad de “huevos” y osadía se vuelve a repetir en la jerga uruguaya: “¿Acaso alguien tiene tres huevos como para enfrentarse conmigo?” o la conocida afirmación con la que se ostenta valentía: “Me sobran huevos”.

    Mientras que, junto al verbo tocar, es una advertencia: “¡No me toques los huevos!” que puede traducirse como: “No te metas en mis cosas”, también se usa para explicar que el otro nos está provocando a la riña “Me está tocando los huevos”.

    Otra amenaza aun más incisiva utiliza, junto a este polifacético sustantivo, el verbo cortar: “Te corto los huevos” o, en el caso de una sentencia en contra de uno mismo: “no, si esto sucede, te juro que me corto los huevos”.

    En forma genérica, se dice: “Se me caen los huevos” al querer explicar que hay algo que te tira abajo y es causante de un estado depresivo, cuando no se puede más: “te dan ganas de cortarte los huevos”.

    En nuestras latitudes, se usan estas expresiones incluso con el vocablo omitido, un claro ejemplo es el verbo llenar: “dejá de llenar”. El verbo alude a la oración: “ dejá de llenar los huevos”, una manera bien rioplatense de decir “deja de importunar”.

    Asociado al reflexivo del verbo rascar vemos que este término se vincula con el concepto de vagancia: “Vive rascándose… los huevos”. No hacer nada es sinónimo de “rascarse los huevos” y los que “pasan rascándose” son los que no se preocupan por conseguir trabajo ni ser útiles a la sociedad.

    La adjetivación del nombre o sustantivo puede apreciarse en la palabra “huevón”, o las analogías físicas con los estados de ánimo o personalidad han permitido un sincretismo muy particular: “Me tiene los huevos por el piso”, para decir “me tiene cansado”. En este mismo sentido se puede aludir a la variación del tamaño o la forma: “Me dejó los huevos chatos” siendo utilizada también la palabra “pelotas” indistintamente como sustitutivos de “huevos” o “bolas”.

    Haciendo uso de la plástica descriptiva del adjetivo calificativo se puede indicar cansancio “Quedó con los huevos cuadrados”.

    Notemos que se opera una evaluación de la variable capacidad de los huevos y de su irregular volumen de acuerdo a la reacción de uno ante otro: “¡Es un infla huevos!”, “Me sigue hinchando los huevos”, etc. Así es como toda persona cargosa corre el riesgo de que la denominen: “Rompe huevos” o, más sutilmente: filo de sartén.

    La tolerancia o paciencia en una persona también puede señalarse diciendo “Tiene los huevos de fierro” y, por un capricho del lenguaje, aunque el costo de un huevo sea caro cuando “le importás un huevo a alguien” es que no vales nada para ese alguien, que no existís.

    Yendo más lejos aun, entre sus acepciones más abstractas, hallamos involucrada la metafísica de la voluntad: “Lo haré cuando me salga de los huevos”. Se lo ha anexado, en este orden de cosas, al verbo cantar: “Me puedo ir cuando me cante de los huevos”, así el individuo estaría explicando la libertad de marcharse cuando le de la real gana.

    No sé si en inglés caben tantos textos en función de “un par de huevos” pero no creo, es poco probable que a un yankee “le den los huevos” para extender tanto el lenguaje para decir cosas que no son “huevadas”.

  6. Fierabras dice:

    Por supuesto, si alguien se pregunta porqué puse un post tan largo en este blog que no es mío, la respuesta es obvia…

  7. Jesús dice:

    Tenía la boca seca y se me a hecho agua

  8. paki acon perez dice:

    Ya estaba salivando cuando leía la receta, cuando la he hecho …. Ni te cuento. BUENIIISIMO

  9. Ana dice:

    Uffff me encanta esta receta, qué placer!

    Además, el picadillo de León es impresionante qué olor, qué sabor.

    Ya estoy deseando una escapada allí, a Laciana, para saborearlo.

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